Natalia Castillo Verdugo. Mixta, 2010.
Alacranes caminaron sobre mi cabeza durante toda la noche.
Recorrieron las grietas de mi espalda y finalmente se durmieron en mi pecho.
La luz estaba. Se iba y volvía, hasta que finalmente se desvaneció.
El amanecer se deshizo con la música, y ya con los ojos gastados, sólo quedó él.
El recuerdo de un fantasma con pies de alacrán.
Él, mirándome desde la profundidad de su universo.
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